¿Volvemos? Sí, volvemos.

Esta crisis sanitaria nos ha colocado a todos en una situación absolutamente inesperada. Si mientras brindábamos con champán por el nuevo año nos hubieran dicho que en marzo, abril y mayo íbamos a estar encerrados en nuestras casas sin poder hacer la vida normal a la que hemos estado acostumbrados toda la vida (trabajo, colegio y ocio) habríamos soltado la gran carcajada y habríamos rellenado de inmediato la copa de quien nos lo decía para seguir riéndonos con semejante chiste. Sin embargo, la tragedia humana, social, política y económica que estamos atravesando supera lo que jamás podríamos haber imaginado, aunque, en la otra cara de la moneda, podemos encontrar aspectos maravillosos que tenemos que saber apreciar y valorar. Es el momento de preguntarnos: ¿Volvemos? Y también es el momento de responder: Sí, volvemos. Volvemos a una convivencia en familia veinticuatro horas al día, siete días a la semana, algo que jamás habíamos tenido por la imposición de un ritmo de vida de vértigo. Volvemos a generar espacio para que en nuestras familias, padres, madres, hijos, hermanos, abuelos, primos y tíos quepan cada día un poco más en nuestras vidas.  Volvemos a aceptar y comprender aquello que nos molestaba del otro y a descubrir que al hacerlo nuestro corazón se esponja y contribuimos a que los lazos afectivos crezcan.  Volvemos a desayunar, comer y cenar juntos para, entre bromas y llamadas de atención, interesarnos por temas y conversar de cosas que son importantes para unos y otros. Volvemos a la concina casera con cariño y dedicación, desempolvando habilidades culinarias para sorprender a los nuestros con platos nuevos hechos como siempre. Volvemos a ser más austeros en gasto y administrar así los recursos que tenemos lo mejor posible, disfrutando al máximo de lo que hay, como hicieron nuestros abuelos. Volvemos a reunirnos en el salón para compartir en familia un rato divertido de juegos de mesa o para, escogiendo por turnos, disfrutar de películas de todos los géneros. Volvemos a un ritmo de vida más sosegado, más pausado y natural en el que caben infinidad de actividades hogareñas a las que habíamos renunciado con indiferencia. Volvemos a cuidar de las casas por nosotros mismos, poniendo esmero en mantenerla limpia y en conservar el orden necesario que nos permita vivir en armonía. Volvemos a revisar nuestra escala de valores, dando prioridad a aquellos que de verdad son importantes y que verdaderamente nos...
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El examen del triple filtro

En numerosas ocasiones caemos en conversaciones que derivan en críticas, chismorreos, medias verdades, interpretaciones parciales y juicios gratuitos de lo más crueles. Es como si nos convirtiésemos en verdugos e hiciéramos pasar por un tribunal sumarísimo a algún familiar, conocido, amigo o compañero de trabajo. Sin que el acusado tenga posibilidad de defensa, con el comentario que hacemos solemos encender al de al lado, al otro, al de más allá y a un cuarto que, con una aportación extra, agranda la onda expansiva de la ácida opinión que acabamos de lanzar, entrando todos al trapo de un sinfín de críticas sobre una «víctima» acorralada o por lo general ausente. La historia que ahora comparto con vosotros se cuenta de Sócrates y bien la podríamos tener presente en nuestras vidas sobre todo cuando en las reuniones sociales en las que participemos, tengamos la tentación de caer en el juicio fácil, la crítica ligera, el despellejamiento público o la simple «maledicencia» de quien sea, bien en el ámbito privado o en el profesional. La historia dice así: En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo: – ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo? – Espera un minuto -replicó Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro. – ¿Triple filtro? – Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que me hables sobre mi amigo (familiar o compañero de trabajo) , puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir, es por eso que lo llamo el examen del triple filtro. – El primero es el Filtro de la Verdad: ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto? – No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y… – Está bien -dijo Sócrates-. Entonces realmente no sabes si es cierto o no. – Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el Filtro de la Bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo? – No, por el contrario… – Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. – Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el Filtro de la Utilidad. – ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi...
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¿Dónde está tu alegría de vivir?

¡Has nacido para ser feliz! Sí, tú, deja de mirar a los lados, me refiero a ti que lees este texto. Pero déjame que primero te pregunte algo… ¿eres realmente feliz?, ¿a cuántas cosas, circunstancias y personas achacas tu muy probable infelicidad?, ¿te has parado a preguntarte por qué otras personas en idéntica situación a la tuya, o incluso peor aún, son felices y encaran lo que les acontece con una fuerza y serenidad admirable? Es muy probable que estés buscando la felicidad fuera de ti, en lo externo, en las cosas que posees o acumulas, sean muchas o pocas, y hasta es seguro que tengas sensación de hartazgo y de cierta frustración. Si esperas hallar la felicidad en lo que hagan o dejen de hacer los demás hacia ti, una tendencia “casi” instintiva, debes estar en la desesperación y seguro que también en un estado de elevada frustración. Pero espera un momento, puede haber algo que estás ignorando. Disfrutarás de la felicidad cuando aprendas a vivir en la Alegría. Sí claro, ¿y eso cómo se hace?, te estarás preguntando. El paso previo que necesitas dar, lo creas o no, es reconocer que tu alegría la tienes sepultada debajo de la soberbia desplegada, el rencor acumulado y el resentimiento al que te has aferrado a lo largo de tu vida. Lo grave es que desde esa soberbia, ese rencor y ese resentimiento estás culpando a los demás de tu infelicidad, cuando es cosa tuya en los tres casos. ¡Qué cambien ellos para que yo pueda estar bien!, habrás reclamado una y otra vez. Pues bien, esto lo haces para justificar la incapacidad de autosuperación en un proceso de crecimiento y madurez que requiere de elevado compromiso, inquebrantable constancia y férrea perseverancia contigo mismo/a, desde la humildad de la persona humana que eres. Ten presente que algunas personas, con gran esfuerzo, cambian el rumbo de su vida, dejaron atrás personas y circunstancias y años más tarde volvieron a encontrarse en escenarios muy parecidos a aquellos que quisieron dejar atrás. Lo que ha sucedido es que se vuelven a ver ante la misma incapacidad de vivir con alegría. ¿La causa?, se están llevando a todas partes esa contaminación interior debajo de su piel y, en esa “huida” de los factores externos, siguen postergando su trabajo interior, un trabajo que pasa gestionar su soberbia, cauterizar su rencor y depurar su resentimiento. ¿Te...
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Amar para liderar y generar cambio

Hoy por hoy, y cada vez con más insistencia, parece que quieren convencernos de que los líderes actuales deben ser personas con capacidad de adaptación al cambio, hábiles para gestionarlo y en ocasiones, incluso intrépidos para provocarlo… y debe ser cierto. También en numerosos medios sugieren la idea de que para liderar, tengamos la profesión que tengamos, debemos ser originales, creativos e innovadores. ¿Líderes originales? La palabra original designa a aquello que esta en el origen, que pertenece al origen, al principio, al inicio de algo, es decir, alguien original es alguien que funciona desde su principio interior, desde su esencia, su centro, su núcleo, su alma, desde dónde se siente mas persona, de forma única e irrepetible; un lugar recóndito e inaccesible donde reside el talento, esas habilidades, capacidades y dotes de acción que nadie puede igualar y que conforman a esa persona como una excepción. Con ese talento original nos atrevemos a imaginar, crear cosas, poner ideas sobre la mesa, darles forma, apasionarnos con “la locura que se me ha ocurrido”, e incluso dedicarle mucho tiempo a empujarla con determinación y entreg hasta hacerla realidad. Este camino lo recorremos con entusiasmo porque al creer en nosotros mismos y en lo que hay en nuestro interior, nos atrevemos a crear cosas originales. Si innovación es materializar algo desde lo nuevo que hay dentro y que se inició en nuestro origen interior, es ahora cuando el autoconocimiento se vuelve más necesario. Cuanto mas y mejor me conozco, mejor puedo aceptarme, tanto más puedo liderarme y cambiar, y tanto más podré liderar a los demás al inspirarlos. Sin embargo, en este proceso de cambio y de redescubrimiento falta un ingrediente básico: el amor, a uno mismo y a los que no son uno mismo, es decir, a los demás. En una ocasión, invitaron a la Madre Teresa de Calcuta a un encuentro con grandes empresarios para que hablase de Liderazgo y el Cambio. Le pidieron que ofreciera unas palabras a los allí reunidos, y desde su sencillez y humildad, dijo algo breve que les dejó reflexionando: «Yo no sé nada sobre liderazgo y cambio; pero sí sé que si quieren ver cambio en sus organizaciones necesitan conocer y amar a su gente, porque si no conocen a su gente no habrá confianza, y si no hay confianza la gente no asumirá riesgos, y si no asumen riesgos no habrá cambio. Y deben...
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El descanso es un aliado.

¡Re-conéctate!… has estado desconectado/a.   Quiero compartir contigo un texto que escribí en agosto de 2009, un año en el que tuve un punto de inflexión en mi vida y en el que hice el Camino de Santiago. Esto que comparto contigo es el discurso interior que tenía y que sigo teniendo. Desde entonces tengo otra perspectiva de la vida y de cómo vivir el día a día.   Dice así: Aún queda mucho por hacer, mucho por recorrer, mucho por aprender. Sé perseverante. Aunque a veces tengas dudas, mereces cosas buenas, claro que sí… claro que las mereces, y llegarán poco a poco; ¡ten confianza! Deja de esperar, ponte en acción, continua con constancia, ponte en actitud de acogida a lo que venga, todo te llegará, esa es la manera de pulverizar la ansiedad que tienes. Eres un ser único e irrepetible y eso te convierte en una excepción en toda la humanidad, eres un ser genial, una criatura única que merece lo mejor. Cuando el cansancio te invada, considéralo normal, detente y tómate un respiro tan largo como precises y tan breve como convenga. ¿Tienes claro tu objetivo?, entonces pon todas tus fuerzas en él y esfuérzate en vivir el presente absoluto de cada día, donde todo sucede siempre por primera vez y los miedos desaparecen porque está permitido equivocarse. Y continua haciendo aquello que genera bien-estar para poder amar por duplicado; por un lado a ti mismo/a, porque te proporciona una sensación de serenidad y alegría interior duradera en el tiempo, por otro lado porque podrás compartir esa serenidad y alegría con los demás, y eso te hace grande. Esto te convertirá en doblemente generoso/a, para ti y para los otros. Ten siempre una sonrisa dispuesta para regalar, por difícil que pueda ser el momento que atraviesas, siempre hay quien está peor y merece tu sonrisa, le animarás; y si encuentras alguien que está mejor que tú, regálale la misma sonrisa, que vea que estás feliz en tu día a día; recuerda, estamos en permanente aprendizaje, dale la oportunidad que aprenda también de ti. Deja de compararte y deja de juzgarte. ¿Para qué lo haces?, sé consciente de lo mucho que te dañas si piensas así. Tu llevas tu propio ritmo, no es mejor ni peor, ni más rápido, ni más lento… simplemente tienes tu propio ritmo y tu forma de hacer las cosas. ¡Superare a ti...
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«IF», de Rudyard Kipling («Si» condicional)

Cuando tenía once años, mi madre me regaló una de las piezas literarias que más me ha ayudado a lo largo de toda mi vida y que aún lo sigue haciendo. La escribió el británico Rudyard Kipling, autor de «Kim, el Libro de la Selva» y Premio Nobel de literatura en 1907. Una poesía que se la dedicó a su hijo, quien había sufrido una gran decepción en el colegio. Recuerdo como si fuese ayer, la emoción en su mirada y las palabras con que mi madre me entregó el texto: «Hijo mío, esta poesía es como una receta que te mantendrá derecho, pegado a los valores y con la actitud adecuada para afrontar todas las situaciones que atravieses en tu vida. Espero que te sea tan valiosa como el cariño con el que te la entrego». Después me dio un beso y me deseó buenas noches. Más de treinta años después, reconozco que me ha servido en muchas ocasiones como salvavidas emocional y actitudinal ante los muchos momentos adversos y favorables que he vivido. ¡Gracias Madre! Hoy quiero compartirla contigo, por si te inspira, por si te resulta de utilidad, por si te sirve para aferrarte a un salvavidas que más bien podría ser un salva almas.  Creo que todos necesitamos de una guía vital para mantener el rumbo dentro del frenetismo en el que vivimos. (Traducción que realicé de la forma más literal que he sido capaz para que conserve todo su sentido). Si… Si puedes mantener la cabeza fría cuando todos a tu alrededor pierden la suya y te hacen culpable; Si puedes creer en ti mismo, cuando todos los que te rodean dudan de ti y, aun así, dejar espacio para sus dudas; Si eres capaz de esperar sin desesperar, o que mientan sobre ti y no entrar en la mentira, o ser odiado y no devolver odio; Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres; si al hablar no exageras lo que sabes y quieres; Si sueñas, y los sueños no te esclavizan; si piensas y rechazas los vanos pensamientos; Si tropiezas con el triunfo o la derrota, y sabes tratar a esos dos impostores de la misma manera; Si logras que se sepa la verdad que has contado, sin que sea retorcida por los sibilinos para crear trampas de memos; Si puedes ver las cosas por las que has luchado,...
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