
E = mc2
Publicado por Borja Milans del Bosch el May 21, 2014 en Noticia | Comentarios desactivados en E = mc2Existe el bien y el mal, caliente y frío, luz y oscuridad, confianza y miedo. Es como si hubiera un opuesto, un contrario a mucho de lo que vemos y se nos pasa por alto que lo que sucede, es que percibimos la ausencia de lo primero.
El mal es la ausencia del bien; el frío es la ausencia de calor; la oscuridad es la ausencia de luz; el miedo es la ausencia de confianza. Sin embargo, hemos ido creciendo en un entorno que nos ha enseñado –y así lo hemos aprendido- que lo segundo es lo contrario de lo primero, como si fuesen fuerzas opuestas que deben convivir en un «raro equilibrio” para que la vida sea vida. Si prestamos atención, subyace el enfrentamiento, cuando lo inteligente y sabio es ver las primeras como unas fuerzas que puestas en juego, generan el bien y la felicidad –anhelo profundo del ser humano- y además evitan que las segundas se extiendan –algo de lo que el ser humano huye permanentemente-.
Debido a sus muchos aportes a la ciencia, Albert Einstein es considerado uno de los hombres sobresalientes de la humanidad del siglo XX. Basta con recordar la teoría de la relatividad. Sin embargo, también tuvo la capacidad de poner el dedo en la llaga en otros muchos asuntos que aún son tema de actual debate por todos nosotros, que somos parte de esa misma humanidad
Einstein, un hombre que fue un absoluto líder para la humanidad en la vertiente científica; Gandhi, que fue un absoluto líder para la humanidad en la vertiente política, o la Madre Teresa de Calcuta que fue una absoluta lideresa para la humanidad en la vertiente de ayuda al necesitado, les unía un denominador común: El Amor, el amor a lo que hacían, por qué lo hacían, para qué lo hacían, y el resultado que obtuvieron de su apasionado compromiso y acción.
Comparto contigo un fragmento de una carta que atribuyen a Albert Einstein y que parece ser envió a su hija Lieserl (no he logrado confirmarlo ni desmentirlo). Un texto que me ha hecho reflexionar más aún si cabe sobre lo anterior.
FRAGMENTO DE LA ULTIMA CARTA DE EINSTEIN A SU HIJA
Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los prejuicios del mundo. Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E=mc2, aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trascinde y todo lo puede, porque el amor es la quintaesencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta.
Tu padre (Albert Einstein)
A partir de aquí, y teniendo presente la importancia que le damos al “liderazgo” en nuestro día a día profesional, se me vienen a la mente algunas preguntas: ¿A qué esperamos para replicar el modelo de comportamiento de Einstein, Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta?, ¿qué perdemos por probar?, ¿y qué ganamos?, ¿qué impacto tendría en las personas con las que trabajamos?, ¿cuánto reduciríamos la “no calidad” del día a día?, ¿y en los presupuestos de las organizaciones que gestionamos, de qué forma impactaría? Recordemos que el anhelo profundo de todo ser humano es la paz y la felicidad, destilados directos del amor.
En una de las recientes jornadas profesionales con uno de mis clientes, descubrí que desde 2004, están construyendo una cultura corporativa sobre la base de un decálogo muy sencillo y a la vez muy poderoso.
El decálogo titulado «A nuestro estilo», dice así:
1.- Sonríe, es gratis
2.- Llámale por su nombre
3.- Escúchale con atención, sin prisas
4.- Pide por favor y da las gracias
5.- Saluda siempre
6.- Habla mirando a la persona
7.- Di algo positivo, ofrece reconocimiento
8.- Toca y siente
9.- Trata con educación y delicadeza
10.- Respeta y acompaña en silencio
Reconozco que si las personas –los mismos que somos profesionales- pertenecientes a otras tantas organizaciones, nos tomásemos este decálogo como un modelo de comportamiento profesional a seguir y lo multiplicásemos por la ecuación de Albert Einstein, según la idea que desvela en el fragmento de la carta, implantaríamos una cultura corporativa latente que mejoraría de inmediato los ambientes de trabajo y los climas laborales. A medio plazo reduciría a mínimos las rivalidades y campeonatos de ego, y en seguida dejaría fuera de juego la mediocridad, apuntalando los valores, haciendo que todo volviese a la rectitud, el respeto y la consideración de unos por otros. ¿Por qué? Porque estaríamos viviendo en contextos de amor, lo que repercute de inmediato en la motivación, el rendimiento de cada uno de nosotros y por ende en los resultados de nuestro trabajo y con ello de las organizaciones.
¿Qué coste de inversión necesitaríamos afrontar? Ninguno, es gratis. Esto mismo es lo que hace que le quitemos valor; sucede como con las leyes comerciales y de marketing, basta que regales algo, para que pierda valor y sea despreciado.
Un abrazo.
Borja Milans del Bosch
Coach Ejecutivo, Coach de Equipos, Formador y Conferenciante
Socio Fundador de Coaching360.