¿Volvemos? Sí, volvemos.
Esta crisis sanitaria nos ha colocado a todos en una situación absolutamente inesperada. Si mientras brindábamos con champán por el nuevo año nos hubieran dicho que en marzo, abril y mayo íbamos a estar encerrados en nuestras casas sin poder hacer la vida normal a la que hemos estado acostumbrados toda la vida (trabajo, colegio y ocio) habríamos soltado la gran carcajada y habríamos rellenado de inmediato la copa de quien nos lo decía para seguir riéndonos con semejante chiste. Sin embargo, la tragedia humana, social, política y económica que estamos atravesando supera lo que jamás podríamos haber imaginado, aunque, en la otra cara de la moneda, podemos encontrar aspectos maravillosos que tenemos que saber apreciar y valorar. Es el momento de preguntarnos: ¿Volvemos? Y también es el momento de responder: Sí, volvemos. Volvemos a una convivencia en familia veinticuatro horas al día, siete días a la semana, algo que jamás habíamos tenido por la imposición de un ritmo de vida de vértigo. Volvemos a generar espacio para que en nuestras familias, padres, madres, hijos, hermanos, abuelos, primos y tíos quepan cada día un poco más en nuestras vidas. Volvemos a aceptar y comprender aquello que nos molestaba del otro y a descubrir que al hacerlo nuestro corazón se esponja y contribuimos a que los lazos afectivos crezcan. Volvemos a desayunar, comer y cenar juntos para, entre bromas y llamadas de atención, interesarnos por temas y conversar de cosas que son importantes para unos y otros. Volvemos a la concina casera con cariño y dedicación, desempolvando habilidades culinarias para sorprender a los nuestros con platos nuevos hechos como siempre. Volvemos a ser más austeros en gasto y administrar así los recursos que tenemos lo mejor posible, disfrutando al máximo de lo que hay, como hicieron nuestros abuelos. Volvemos a reunirnos en el salón para compartir en familia un rato divertido de juegos de mesa o para, escogiendo por turnos, disfrutar de películas de todos los géneros. Volvemos a un ritmo de vida más sosegado, más pausado y natural en el que caben infinidad de actividades hogareñas a las que habíamos renunciado con indiferencia. Volvemos a cuidar de las casas por nosotros mismos, poniendo esmero en mantenerla limpia y en conservar el orden necesario que nos permita vivir en armonía. Volvemos a revisar nuestra escala de valores, dando prioridad a aquellos que de verdad son importantes y que verdaderamente nos dan la felicidad en el alma: amor y salud. Volvemos a ser más humanos, cercanos, pacientes y hogareños, disfrutando de sencillos detalles que antes se nos pasaban inadvertidos por ir cegados y ser tan rígidos. Volvemos a dar gracias a Dios por tener todas nuestras necesidades esenciales cubiertas a pesar de las muchas adversidades que encaramos en el día a día. Volvemos a mirar al cielo y pedimos en oración, desde nuestra asumida fragilidad, que esta crisis sanitaria que nos ha desbordado, llegue pronto a su fin y podamos disfrutar de todo aquello que aún nos falta por disfrutar. ¿Volvemos? Sí, volvemos. Borja Milans del Bosch. Socio fundador de Coaching360...
Leer másEl examen del triple filtro
En numerosas ocasiones caemos en conversaciones que derivan en críticas, chismorreos, medias verdades, interpretaciones parciales y juicios gratuitos de lo más crueles. Es como si nos convirtiésemos en verdugos e hiciéramos pasar por un tribunal sumarísimo a algún familiar, conocido, amigo o compañero de trabajo. Sin que el acusado tenga posibilidad de defensa, con el comentario que hacemos solemos encender al de al lado, al otro, al de más allá y a un cuarto que, con una aportación extra, agranda la onda expansiva de la ácida opinión que acabamos de lanzar, entrando todos al trapo de un sinfín de críticas sobre una «víctima» acorralada o por lo general ausente. La historia que ahora comparto con vosotros se cuenta de Sócrates y bien la podríamos tener presente en nuestras vidas sobre todo cuando en las reuniones sociales en las que participemos, tengamos la tentación de caer en el juicio fácil, la crítica ligera, el despellejamiento público o la simple «maledicencia» de quien sea, bien en el ámbito privado o en el profesional. La historia dice así: En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo: – ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo? – Espera un minuto -replicó Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro. – ¿Triple filtro? – Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que me hables sobre mi amigo (familiar o compañero de trabajo) , puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir, es por eso que lo llamo el examen del triple filtro. – El primero es el Filtro de la Verdad: ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto? – No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y… – Está bien -dijo Sócrates-. Entonces realmente no sabes si es cierto o no. – Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el Filtro de la Bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo? – No, por el contrario… – Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. – Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el Filtro de la Utilidad. – ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo? – No, la verdad es que no. – Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no es útil ¿para qué querría saberlo? Estoy convencido que cuando apliquemos estos tres filtros en nuestras conversaciones, nuestras relaciones familiares, profesionales y sociales se volverán más limpias, más sanas y, sobre todo, más constructivas. El respeto cobrará fuerza y la aceptación del «legitimo otro» nos nos acercará mas a unos y a otros. Y así comprenderemos lo fácil es convivir y lo mucho que nos lo complicamos. Se trata de desplegar Amor Inteligente, que es vivir sin juicios y que, comportándonos de esta manera, favoreceremos que adquiera el protagonismo natural que merece, lo que facilitará un mejor entendimiento entre todos. Además, del Examen del Triple Filtro, acuérdate también de esta acertadísima máxima de San Marcos: ¡Nada que venga de fuera puede contaminarme, sólo lo que sale de mi lo hace! Borja Milans...
Leer más¿Dónde está tu alegría de vivir?
¡Has nacido para ser feliz! Sí, tú, deja de mirar a los lados, me refiero a ti que lees este texto. Pero déjame que primero te pregunte algo… ¿eres realmente feliz?, ¿a cuántas cosas, circunstancias y personas achacas tu muy probable infelicidad?, ¿te has parado a preguntarte por qué otras personas en idéntica situación a la tuya, o incluso peor aún, son felices y encaran lo que les acontece con una fuerza y serenidad admirable? Es muy probable que estés buscando la felicidad fuera de ti, en lo externo, en las cosas que posees o acumulas, sean muchas o pocas, y hasta es seguro que tengas sensación de hartazgo y de cierta frustración. Si esperas hallar la felicidad en lo que hagan o dejen de hacer los demás hacia ti, una tendencia “casi” instintiva, debes estar en la desesperación y seguro que también en un estado de elevada frustración. Pero espera un momento, puede haber algo que estás ignorando. Disfrutarás de la felicidad cuando aprendas a vivir en la Alegría. Sí claro, ¿y eso cómo se hace?, te estarás preguntando. El paso previo que necesitas dar, lo creas o no, es reconocer que tu alegría la tienes sepultada debajo de la soberbia desplegada, el rencor acumulado y el resentimiento al que te has aferrado a lo largo de tu vida. Lo grave es que desde esa soberbia, ese rencor y ese resentimiento estás culpando a los demás de tu infelicidad, cuando es cosa tuya en los tres casos. ¡Qué cambien ellos para que yo pueda estar bien!, habrás reclamado una y otra vez. Pues bien, esto lo haces para justificar la incapacidad de autosuperación en un proceso de crecimiento y madurez que requiere de elevado compromiso, inquebrantable constancia y férrea perseverancia contigo mismo/a, desde la humildad de la persona humana que eres. Ten presente que algunas personas, con gran esfuerzo, cambian el rumbo de su vida, dejaron atrás personas y circunstancias y años más tarde volvieron a encontrarse en escenarios muy parecidos a aquellos que quisieron dejar atrás. Lo que ha sucedido es que se vuelven a ver ante la misma incapacidad de vivir con alegría. ¿La causa?, se están llevando a todas partes esa contaminación interior debajo de su piel y, en esa “huida” de los factores externos, siguen postergando su trabajo interior, un trabajo que pasa gestionar su soberbia, cauterizar su rencor y depurar su resentimiento. ¿Te parece bien que veamos ahora qué son estos tres elementos y cuáles son los antídotos más efectivos? La soberbia es una auto estima y auto conceptos deformados por la creencia de vernos superiores, cuando en realidad es una ficción sobre nosotros mismos que sólo sirve para el tormento propio y para atormentar a los demás. Es el sentimiento nacido de juzgarnos inferiores, lo que nos genera sufrimiento existencial al imaginar a los demás por encima nuestra. La soberbia quiere estar por encima del complejo de inferioridad, es tremendamente toxica y, en ocasiones, destructiva. Siempre quiere tener “la razón” para demostrar su superioridad y, si pierde, se lo lleva a lo personal, se revuelve y entra en cólera atacando todo lo que sea una perspectiva dispar a la sostenida. O estás conmigo, o estás contra mi. La persona soberbia, tiene necesidad de prevalecer, de mostrarse y ser percibida en un nivel diferente...
Leer másAmar para liderar y generar cambio
Hoy por hoy, y cada vez con más insistencia, parece que quieren convencernos de que los líderes actuales deben ser personas con capacidad de adaptación al cambio, hábiles para gestionarlo y en ocasiones, incluso intrépidos para provocarlo… y debe ser cierto. También en numerosos medios sugieren la idea de que para liderar, tengamos la profesión que tengamos, debemos ser originales, creativos e innovadores. ¿Líderes originales? La palabra original designa a aquello que esta en el origen, que pertenece al origen, al principio, al inicio de algo, es decir, alguien original es alguien que funciona desde su principio interior, desde su esencia, su centro, su núcleo, su alma, desde dónde se siente mas persona, de forma única e irrepetible; un lugar recóndito e inaccesible donde reside el talento, esas habilidades, capacidades y dotes de acción que nadie puede igualar y que conforman a esa persona como una excepción. Con ese talento original nos atrevemos a imaginar, crear cosas, poner ideas sobre la mesa, darles forma, apasionarnos con “la locura que se me ha ocurrido”, e incluso dedicarle mucho tiempo a empujarla con determinación y entreg hasta hacerla realidad. Este camino lo recorremos con entusiasmo porque al creer en nosotros mismos y en lo que hay en nuestro interior, nos atrevemos a crear cosas originales. Si innovación es materializar algo desde lo nuevo que hay dentro y que se inició en nuestro origen interior, es ahora cuando el autoconocimiento se vuelve más necesario. Cuanto mas y mejor me conozco, mejor puedo aceptarme, tanto más puedo liderarme y cambiar, y tanto más podré liderar a los demás al inspirarlos. Sin embargo, en este proceso de cambio y de redescubrimiento falta un ingrediente básico: el amor, a uno mismo y a los que no son uno mismo, es decir, a los demás. En una ocasión, invitaron a la Madre Teresa de Calcuta a un encuentro con grandes empresarios para que hablase de Liderazgo y el Cambio. Le pidieron que ofreciera unas palabras a los allí reunidos, y desde su sencillez y humildad, dijo algo breve que les dejó reflexionando: «Yo no sé nada sobre liderazgo y cambio; pero sí sé que si quieren ver cambio en sus organizaciones necesitan conocer y amar a su gente, porque si no conocen a su gente no habrá confianza, y si no hay confianza la gente no asumirá riesgos, y si no asumen riesgos no habrá cambio. Y deben amar a su gente, porque sin amor no habrá pasión, y si no hay pasión ellos no se sentirán poderosos, y si no se sienten poderosos no habrá cambio. Así que si quieren ver el cambio en su gente primero deben conocerlos y amarlos. Así pues, me atrevo a sugerir que esta debería ser la principal premisa de todo gran líder, conocer a su gente y amarles para que den lo mejor de sí mismos, algo que es antagónico a lo que encontramos en el día a día de trabajo, en el que parece que lo verdaderamente importante es la distancia, la frialdad, el doble juego, la falsa apariencia y el utilitarismo socio-profesional. Recuerda esto: El ser humano fue creado para amar y ser amado; las cosas fueron creadas por el hombre para ser utilizadas. La razón por la cual vivimos en un caos es porque amamos las cosas y utilizamos...
Leer másEl descanso es un aliado.
¡Re-conéctate!… has estado desconectado/a. Quiero compartir contigo un texto que escribí en agosto de 2009, un año en el que tuve un punto de inflexión en mi vida y en el que hice el Camino de Santiago. Esto que comparto contigo es el discurso interior que tenía y que sigo teniendo. Desde entonces tengo otra perspectiva de la vida y de cómo vivir el día a día. Dice así: Aún queda mucho por hacer, mucho por recorrer, mucho por aprender. Sé perseverante. Aunque a veces tengas dudas, mereces cosas buenas, claro que sí… claro que las mereces, y llegarán poco a poco; ¡ten confianza! Deja de esperar, ponte en acción, continua con constancia, ponte en actitud de acogida a lo que venga, todo te llegará, esa es la manera de pulverizar la ansiedad que tienes. Eres un ser único e irrepetible y eso te convierte en una excepción en toda la humanidad, eres un ser genial, una criatura única que merece lo mejor. Cuando el cansancio te invada, considéralo normal, detente y tómate un respiro tan largo como precises y tan breve como convenga. ¿Tienes claro tu objetivo?, entonces pon todas tus fuerzas en él y esfuérzate en vivir el presente absoluto de cada día, donde todo sucede siempre por primera vez y los miedos desaparecen porque está permitido equivocarse. Y continua haciendo aquello que genera bien-estar para poder amar por duplicado; por un lado a ti mismo/a, porque te proporciona una sensación de serenidad y alegría interior duradera en el tiempo, por otro lado porque podrás compartir esa serenidad y alegría con los demás, y eso te hace grande. Esto te convertirá en doblemente generoso/a, para ti y para los otros. Ten siempre una sonrisa dispuesta para regalar, por difícil que pueda ser el momento que atraviesas, siempre hay quien está peor y merece tu sonrisa, le animarás; y si encuentras alguien que está mejor que tú, regálale la misma sonrisa, que vea que estás feliz en tu día a día; recuerda, estamos en permanente aprendizaje, dale la oportunidad que aprenda también de ti. Deja de compararte y deja de juzgarte. ¿Para qué lo haces?, sé consciente de lo mucho que te dañas si piensas así. Tu llevas tu propio ritmo, no es mejor ni peor, ni más rápido, ni más lento… simplemente tienes tu propio ritmo y tu forma de hacer las cosas. ¡Superare a ti mismo/a! Si tienes algún RE-sentimiento, deja de “volver-a-sentir” eso que tanto te duele. Perdona a esa persona, será como un regalo permanente que te haces y le haces. Descubrirás lo valiente que eres y la grandeza de tu corazón. Sé original, vuelve a los orígenes. Tu alegría es motivo de alegría, tu tristeza es motivo de tristeza… ¿Qué quieres que se lleven de ti?, ¿qué huella quieres dejar en todos los que te rodean? …entonces sé consecuente con tus actos y recuerda que la felicidad es el estado natural del ser humano, ¡contágiala! ¿Y tu autoestima?, ¿y la de los demás?. Pregúntate cómo y quién sería esa persona con la que te cruzas si le faltase la adulación que recibe de los demás y que en ocasiones también busca para justificar su autoconfianza… y pregúntatelo también a ti mismo/a. Respóndete en silencio. Fomenta tu propia lealtad, dite “SÍ” más a...
Leer más«IF», de Rudyard Kipling («Si» condicional)
Cuando tenía once años, mi madre me regaló una de las piezas literarias que más me ha ayudado a lo largo de toda mi vida y que aún lo sigue haciendo. La escribió el británico Rudyard Kipling, autor de «Kim, el Libro de la Selva» y Premio Nobel de literatura en 1907. Una poesía que se la dedicó a su hijo, quien había sufrido una gran decepción en el colegio. Recuerdo como si fuese ayer, la emoción en su mirada y las palabras con que mi madre me entregó el texto: «Hijo mío, esta poesía es como una receta que te mantendrá derecho, pegado a los valores y con la actitud adecuada para afrontar todas las situaciones que atravieses en tu vida. Espero que te sea tan valiosa como el cariño con el que te la entrego». Después me dio un beso y me deseó buenas noches. Más de treinta años después, reconozco que me ha servido en muchas ocasiones como salvavidas emocional y actitudinal ante los muchos momentos adversos y favorables que he vivido. ¡Gracias Madre! Hoy quiero compartirla contigo, por si te inspira, por si te resulta de utilidad, por si te sirve para aferrarte a un salvavidas que más bien podría ser un salva almas. Creo que todos necesitamos de una guía vital para mantener el rumbo dentro del frenetismo en el que vivimos. (Traducción que realicé de la forma más literal que he sido capaz para que conserve todo su sentido). Si… Si puedes mantener la cabeza fría cuando todos a tu alrededor pierden la suya y te hacen culpable; Si puedes creer en ti mismo, cuando todos los que te rodean dudan de ti y, aun así, dejar espacio para sus dudas; Si eres capaz de esperar sin desesperar, o que mientan sobre ti y no entrar en la mentira, o ser odiado y no devolver odio; Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres; si al hablar no exageras lo que sabes y quieres; Si sueñas, y los sueños no te esclavizan; si piensas y rechazas los vanos pensamientos; Si tropiezas con el triunfo o la derrota, y sabes tratar a esos dos impostores de la misma manera; Si logras que se sepa la verdad que has contado, sin que sea retorcida por los sibilinos para crear trampas de memos; Si puedes ver las cosas por las que has luchado, rotas, y parar, y reconstruirlas con viejas herramientas; Si eres capaz de amontonar todas tus ganancias, y arriesgarlas en un último “todo o nada”, y perder, y comenzar de nuevo desde el principio, y no lamentarte una sola palabra de lo que perdiste; Si puedes forzar tu corazón, nervios y tendones, y que sigan fuertes hacia adelante, y continuar cuando ya no queda en ti más que el coraje que te dice: ¡aguanta! Si eres capaz de hablar con la gente común y mantener tu virtud, o andar junto a reyes sin perder el trato llano; Si no hay enemigos o amigos que puedan herirte, si todos los hombres cuentan contigo, pero ninguno demasiado; Si llenas de sesenta intensos segundos el imperdonable minuto que te lleva al cielo, tuyo será lo que hay en la tierra y, mucho más aún: serás un hombre, hijo mío. Poesía en Versión Original...
Leer másLiderazgo Ejemplar: ¡Necesitamos voluntarios! ¿Quién se alista?
Poco a poco podemos encontrar más superficie escrita en los periódicos especializados y más entradas en los medios digitales en los que se aborda el tema del Liderazgo Ejemplar. Esto, que sin duda se revela como un indicador esperanzador, es insuficiente mientras las decisiones de las personas que gestionan las áreas de desarrollo y formación de las organizaciones, muestren escasa acogida operativa. Ahora los profesionales queremos algo más sólido, más tangible, algo que podamos «llevarnos puesto» a todas partes… Aquí, el liderazgo ejemplar tiene mucho espacio por conquistar junto a los valores humanos. Si bien el liderazgo es una competencia valorada en todo profesional que se precie (recordemos el modelo de gestión por competencias), parece que el Liderazgo Ejemplar todavía tiene mucho espacio que ganar bajo de la piel de las personas y, por consiguiente, en las culturas corporativas. Parecía que el liderazgo consistía en hacer que unos y otros tirasen del carro de proyectos invirtiendo esfuerzo en horas de trabajo para con ello, alcanzar y hacer alcanzar unos resultados medibles en porcentajes o ratios. Algo así como llevar la bandera del equipo y que todos se esfuercen por anotar tantos mientras siguen el camino que traza el abanderado. Sin embargo, hace falta algo más que enarbolar una bandera (proyecto o equipo concreto) y anotar tantos (lograr resultados), hace falta abordar el plano humano del profesional, el fondo antropológico de su existencia, aquellos planos que le dan sentido a su existencia y a sus quehaceres de trabajo. Reflexionando un poco, nos damos cuenta que nadie puede ser mejor profesional que persona y que el liderazgo ejemplar comienza en la persona y se desborda a todas las facetas de su vida, incluida la profesional. Nunca al revés. Pretender formar líderes sólidos para lo profesional, en lo técnico, el conocimiento, la experiencia y las habilidades, se evidencia inconsistente cuando quitamos de nuestro horizonte la importancia de la dimensión humana de la persona. Cuando un ingeniero, economista, abogado, periodista, militar, creativo, medico, político, aparejador, analista o policía adquiere unos niveles de desempeño elevados y de alto rendimiento, sin duda nos puede llamar la atención, pero cuando su trato, además, destila cercanía, respeto, coherencia, rectitud, actitud y credibilidad, y están a la altura de la humildad del que los despliega con la naturalidad de sus comportamientos, nos arrastra y los queremos en nuestros equipos. En un pasaje del evangelio, encontramos la siguiente afirmación: “No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen” (Mt, 23, 3), afirmación que nos recuerda en gran medida el estilo de liderazgo que hemos venido ejerciendo hasta ahora muchos de los profesionales que nos considerábamos buenos en liderazgo; un estilo más propio del que se agarra al poder para mandar y estar por encima de los demás, dando prioridad al espacio de desarrollo de su ego y su ombligo profesional, que a ofrecer lo mejor de sí mismo en lo humano para engrandecer lo profesional. Así pues, cuando hablemos de Liderazgo Ejemplar, es importante que nos demos cuenta que todo profesional, se construye sobre la persona y demanda en sus interacciones laborales tres elementos básicos: afecto, reconocimiento y actitud. Afecto: Cualquier ser humano -y en el plano profesional, también-, espera recibir afecto de las personas con las que se relaciona. Es decir, espera que le ofrezcan un trato sano, cálido, veraz, cercano, bienintencionado...
Leer másHadas madrinas o «cordiales tocapelotas».
¿Entonces, me garantizas resultados? – Sí claro, para eso me comprometo contigo y tu desarrollo. ¿Me prometes que la relación con mis compañeros al trabajar en equipo será mejor? – Por supuesto, siempre querrán contar contigo. ¿Y seré brillante en mi modo de comunicarme? – Faltaría mas, tu claridad y persuasión serán notables. ¿Y en mi forma de liderar? – Un crack, te vas a convertir en un crack. Además, lo vamos a lograr en siete sesiones, o menos… Pero antes de comenzar con el proceso, quiero hacerte tres preguntas, ¿puedo? – Sí, claro, dime… ¿En qué medida vas asumir tu responsabilidad para hacerte cargo de tu desarrollo sin buscar culpables o entrar en victimismos? ¿Cuánta incomodidad te comprometes a afrontar y superar?, ¿…y cuánto entrenamiento vas a llevar a cabo para cumplir con tus Planes de Acción? Los coaches ponemos nuestro compromiso con los coachees y ofrecemos lo mejor de nuestra experiencia, competencias, habilidades y herramientas para que el proceso de desarrollo sea verdaderamente provechoso. Lejos de que nos consideren hadas madrinas, la verdad, es que nuestro trabajo pasa por ser “cordiales toca pelotas” especializados en provocar y desafiar desde los hechos y las incoherencias. Si es bueno contribuir a la toma de conciencia de los modelos mentales y sistemas de creencias limitantes, tanto más importante es que el coachee adquiera un verdadero compromiso de trabajo personal enfocado a la mejora. Es aquí cuando además de la reflexión, desafiamos a nuestros clientes para que pasen a la acción y “entrenen” aquello que escogen mejorar y/o desarrollar, hasta incorporarlo como hábito o manera de hacer, y que les lleve a resultados. Cuando nuestros clientes entrenan –cumplen sus planes de acción- para ganar, para ganarle terreno a su desarrollo, para superarse a sí mismos, es cuando comprobamos que verdaderamente hay potencial y compromiso en el proceso de crecimiento emprendido. Igual que ellos quieren el mejor coach dentro del abanico de elección, también nosotros queremos coachees que sean capaces de ser conscientes y coherentes con su grado de compromiso. Queremos clientes (coachees) que quieran entrenar para ganar, y si quieren hacerlo para perder, que como mínimo, sean honestos consigo mismos y dejen de pensar que nuestra labor, es cambiarles de estra tegia con un toque de barita mágica. Somos incomodadores, y nuestra responsabilidad será lograr que den lo mejor de sí mismos. A partir de ahí, ni hadas madrinas, ni reyes magos. Pastilla roja o pastilla azul, como en Matrix. Reflexionemos un momento… si entrenamos para ganar, jugaremos para ganar y tendremos más posibilidades de ganar; misma ecuación con perder. Nos preguntamos, cómo entrenan las personas (profesionales al fin y al cabo) que lideran nuestras organizaciones y quieren resultados, copas o medallas de pódium, oscars, goyas, renovación de temporadas, aforos completos o éxitos de gestión, objetivos o bonus… Además, ¿cuanto tiempo de entrenamiento están dispuestos a invertir?, ¿qué nivel de perseverancia ponen en el día a día?, ¿cuántos partidos sabrán perder?, ¿cuántos segundos, terceros, y cuartos puestos sabran aceptar como estímulo o regalo para obtener aprendizaje y volver al terreno de juego de la empresa? ¿Qué nos pasa cuando observamos a un gran jugador perder el control en publico?, ¿Lo juzgamos y rechazamos porque “le pagan para no hacerlo”?, ¿qué nos pasa cuando por el contrario, asume con dignidad una derrota...
Leer más¿Todo vale? No, todo no vale…
…al menos desde mi punto de vista. ¿A qué me refiero? Me refiero a que cada vez es más frecuente encontrar en torno al ejercicio del coaching, una serie de actividades, etiquetas y prácticas satelitales que en ocasiones llegan a rozar el ocultismo, justificándolas como herramientas “útiles” para lograr que el coachee alcance su meta, cumpla su desafío o logre su objetivo. Al ejercicio del coaching, se le han puesto muchos apellidos y muy variopintos para referirse a prácticas que, desde mi perspectiva, se alejan por completo del recto, valioso, profesional, ético y efectivo ejercicio de una profesión que hace honor al método socrático. Algunos de estos apellidos que le ponen a tan digna y antigua disciplina son “tántrico”, “espiritual”, “de chakras”, “energético”, etc… cuando en realidad tengo la sensación de que hay mucho desconocimiento real de lo que se tiene entre manos y las implicaciones que esto puede llegar a generar en las personas. Bastará con fijarnos en un detalle: todos estos “apellidos”, tienen un denominador común, y es que abordan esferas de lo intangible, casi desconocido y en muchas ocasiones oculto al conocimiento humano. Un proceso de coaching transparente, efectivo y transformador, un proceso que facilita el desarrollo máximo del potencial de la persona en sus vertientes pública y/o privada, se apoya en el método socrático. Estamos hablando de la mayéutica, un término que procede del griego y que significa “dar luz”. Este método consiste en formular preguntas al coachee (cliente) de tal forma que sean una poderosa invitación a reflexionar para que éste encuentre claridad y su propia respuesta en el interior, aproximándole a su verdad más íntima, a su esencia más pura y a su sabiduría innata. En este proceso, nuestra labor como coaches es contribuir a “poner luz” y facilitar la toma de conciencia y consciencia del protagonista. Por medio de la pregunta certera y abierta, Sócrates retaba a sus pupilos para que éstos encontrasen dentro de sí mismos las respuestas latentes que tenían en su ser. Con este método, les ayudaba a desarrollar su inteligencia (que viene de inter=dentro y legere=lectura –> Lectura interior de cada uno) y su voluntad (que viene de Volo –> que significa querer; la actitud de querer). Sócrates les hacia mirar hacia adentro para que leyeran en su interior y que esto les ayudase encontrar la respuesta que les permitiera la transformación y así desplegar la voluntad del cambio por medio del autodescubrimiento y las acciones, teniendo en cuenta sus emociones y la conexión con su esencia. Llevaba a sus pupilos hacia una aventura interior y con ello a hacerse responsables de sus vidas o a tomar nuevos caminos de crecimiento. En la mirada interior encontraban las emociones, entre otras cosas, y más en concreto lo que se ponía en el corazón, todo ello en coherencia. El coaching es una disciplina que contribuye a que las personas despleguemos al máximo nuestros talentos y potencial, ofreciendo el brillo que nos confiere “ser únicos e irrepetibles” -entre 6.750 millones de humanos- para convertirnos en inspiradores de tantos otros –al menos los de nuestro entorno- desde el ejemplo y la verdad individual del ser. Es un proceso que acaba contagiando el brillo presente en nuestras vidas -tanto en lo privado como en lo profesional- a quienes están apagados. Cuando la persona vive...
Leer más¡Que duro es lo ‘soft’!
Recientemente leí una afirmación de Daniel Goleman que me dejó reflexionando: “Nos contratan por nuestras capacidades intelectuales (y técnicas) y nos despiden por nuestras incompetencias emocionales”. En RRHHpress.com, un artículo hace referencia a un estudio de ManpowerGroup España. En él, leo: «(…) cada vez más los directivos ponen de manifiesto una serie de déficits en las competencias “soft” o de empleabilidad, como pueden ser la motivación, la flexibilidad, la adaptabilidad al cambio o la capacidad de trabajo en equipo, por ejemplo. A pesar de que los conocimientos técnicos y la experiencia siguen siendo partes primordiales (…), actualmente las organizaciones dotan de mayor importancia a estas competencias en los procesos de selección«. Un poco más adelante, dice: «Sin embargo, una parte considerable de los directivos entrevistados prevé actualmente escasas medidas para compensar la carencia de habilidades que ellos mismos han identificado (…)». Es decir, las competencias que más caras nos salen cuando las descuidamos son las que tienen que ver con la persona: con cómo somos por dentro, con cómo nos comportamos y proyectamos hacia fuera, con nuestros modelos mentales y sistemas de creencias, con aquellas que son clave para relacionarnos con los demás, trabajar en equipo, liderar proyectos y desenvolvernos con personas de todo tipo, edad y experiencia profesional. Adquirir una sólida formación y una experiencia adecuada es cuestión de que le dediquemos tiempo y busquemos oportunidades. Sin embargo, comportarnos desde la empatía, desarrollar la escucha, crecer en emociones e inteligencia emocional, incorporar sistemas de comunicación para el entendimiento, o ser conscientes de la propia forma en que nos expresamos y cómo impactamos en los demás, o cómo acogemos la crítica, se presenta mucho más complicado. Igual que lo es identificar qué barreras mentales nos construimos o cómo fundamentamos nuestros juicios -los que tenemos sobre nosotros mismos y los que lanzamos sobre otros-, tanto más complicado es tomar conciencia de que lo necesitamos cuidar. Esto que es más complejo de lo que parece debemos aprenderlo, ponerlo en práctica, revisarlo y ejercitarlo día a día, de forma permanente. Tener la pared llena de títulos es absolutamente inútil si mi incompetencia emocional me pone contra esa misma pared. Dicho con otras palabras, los conocimientos técnicos -la parte “hard”- nos igualan con otros antes o después en el mundo del trabajo. Son las competencias emocionales -la parte “soft”- las que siempre marcan y marcarán la diferencia. En cualquier ámbito de nuestras vidas, nos a la hora de tratar con otras personas, tanto en lo personal como en lo profesional, damos especial valor a tres grandes parámetros de relación que es importante seamos capaces de aprender, desarrollar y ofrecer de forma permanente, aunque sea duro hacerlo: Confianza: Ofrecer credibilidad a la persona con la que nos relacionamos, que nuestro histórico y experiencia nos avalen. Que nuestra palabra y nuestros actos transpiren veracidad. Rectitud: Ofrecer unos comportamientos ajustados con la moral y los valores humanos, con sentido íntimo de honestidad y proyección de honradez, respetando los compromisos adquiridos, siempre con limpieza de intención, sin dobleces fruto de conveniencias egoístas y con elevada talla humana. Actitud: Ofrecer un empuje y entusiasmo inspirador, generador del contexto propicio para una buena comunicación y entendimiento, para crear un espacio que favorezca una franca relación en la que nuestros interlocutores puedan expresarse y trabajar con libertad, todo ello impregnado de un positivismo constructivo. Sólo al...
Leer más